11. Las burlas.

Después de eso no se que pasó, Edward empezó a cantar una melodia muy bonita y me dormí.

Cuando me desperté, sin abrir los ojos, empecé a palpar la gran cama. No le encontraba.

-¿Edward?

Empecé otra vez y toqué algo frío, su mano.

-Estoy aquí, Bella- su voz era el mejor remedio para ayudar, abrí los ojos.-¿Has tenido un buen sueño?- me dijo entre risas.

-Si,¿como lo sabes?- le pregunté.

-De vez en cuando te despiertas tarde cuando lo tienes.-me dijo con una sonrisa.

-¿En serio?¿Que hora es?

-Las doce.

-¡¿Las doce?! Wow.

Intenté levantarme, pero la cabeza me daba tantas vueltas que caí para atrás, pero Edward me agarró por la cintura y me sentó sobre su regazo, acunándome en sus brazos.

-¿Te apetece desayunar?- me preguntó al oído.

-Si, gracias.

-Cuando quieras- y se empezó a reír.

-¿Me he perdido algún chiste?

-Emmet ha sido muy gracioso, solo eso.

-Mmm.-dije.No tenía ni idea de a que se refería.

De repente Emmet apareció por la puerta.

-Solamente estaba pensando en lo rápido que te late el corazón.

Gracias a ese comentario mi corazón empezó a latir frenéticamente.

-¡Wow! Yo creí que no podía latir más rápido.

Él y Edward empezaron a reirse... se mi.

Se me empezaron a derramar lágrimas, por la vergüenza, y apollé mi cabeza en el pecho de Edward.

-¿Bella?¿Estás llorando?- me preguntaron los dos a la vez.

Tragué saliva.

-No.

-¿Emmet te importaría...?

La puerta se cerró de repente y supe que Emmet se había marchado.

-No te pongas asi, Bella. Solo era un hecho muy gracioso.

-Yo no le veo la gracia.-dije entre sollozos.

-Venga, Bella, ya pasó.-me dijo mientras me estrechaba con más fuerza contra su pecho-Vamos, te haré el desayuno.

-¿Podrías...?-no sabía si le haría mucha gracia hacer eso.

-¿Si?

-¿Podrías traerme el desayuno? Es que no tengo ganas de levantarme. Y saber que Em...

No me dejo terminar, ya que me había dejado sentada en la cama y se había ido corriendo, aunque volando sería una definición más exacta, con una sonrisa en los labios. ¿Otro chiste? Si era eso sacaría valor y hablaría de eso con Emmet.

Y ahí estaba otra vez él, con mi desayuno, sonriente.

-Me alegro de que tengas una sonrisa para mi, pero ¿porque sonreiste antes cuando te pedí que me trajeras el desayuno?

-Llevaba meses queriendo traerte el desayuno a la cama.

Se acercó a mi tan rápido que ni lo vi.

-Espero que te guste.

Y me besó.